Fundación
Se debe la fundación de la actual Catedral
al Soberano de Castilla Don Fernando III, por
sobrenombre el Santo, a quien su acendrada
piedad y generoso desprendimiento para las
cosas grandes y elevadas, le hicieron ver la
exigüidad de la antigua Catedral, por lo que
se propuso, alentado por el esclarecido Obispo
de Burgos, Don Mauricio, levantar otra más
grande, más esbelta y más rica. En efecto, el
día 20 de Julio del año 1221, colocaron con solemnidad extraordinaria la primera piedra del
inmortal monumento.
Las obras comenzaron, según sentencia probabilísima, cuando no cierta, bajo la dirección,
primero, del maestro D. Enrique, al que sucedieron D. Juan Pérez y D. Pedro Sánchez,
como consta por varios documentos que sería
prolijo enumerar; y con tal actividad se trabajó, que nueve años más tarde, es decir el año
1230, pudo ya el Cabildo celebrar los divinos
oficios.
Prescindiendo por ahora de la fabricación
de lo restante de la obra, la que indudablemen-
te tardaría, según algunos, dos siglos y medio, añadiendo a estos los tiempos siguientes en
que se la fueron adicionando las distintas Capillas.
Exterior del templo
Grande, en verdad, aparece separadamente
y en conjunto, digno, en cuanto puede construir
la débil mano del hombre, del Rey omnipotente para quien se levantó. Fuerte en su cimientos, preciosamente decorado en su parte
media, esbelto, afiligranado y aéreo en sus pirámides, centinelas, como si dijéramos, avanzados del augusto templo, resistiendo impávidos todo temporal, levantando atrevidos sus
crestas al cielo, con orgullo de españoles y
castellanos, severos como los siglos que por
ellos han pasado, alegres al mismo tiempo por
sus calados enmarañados que nos permiten ver,
como a través de un prisma, multitud de pedacitos del cielo azul de Castilla. Sus líneas
góticas perfectamente estudiadas, su composición admirablemente ajustada, a pesar de la
variedad de sus estilos, unidos con lazo de
sublime y portentoso gusto de artista genial,
y su circuito, regiamente adornado a trecho*
por suntuosas portadas, extenso cual colosal
anillo, cubierto de joyas de valor inapreciable
a fuerza de golpes cincelado, primorosamente,
exquisitamente trabajado.; y en medio de ese dos piedras preciosas, dos maravillas;
el llamado Crucero, la una, y la Cúpula de la
Capilla del Condestable, la otra; dos diademas soberanamente hermosas que la distinguen
de las demás Catedrales españolas; dos coronas que los varios artistas pusieron, como
declarándola reina del genio y del arte; dos
ramilletes de flores que el amor a lo divino
depositó para memoria eterna de las generaciones que frente a ellas pasan sin cesar, como
frente a las rocas milenarias del Océano pasan
las olas murmurando su grandeza.
Imposible sería detallar minuciosamente la
multitud de adornos y figuras que a cada momento saltan a la vista e impresionan el alma
del iniciado, siquiera medianamente, en materia de escultura, pero como es preciso cumpla
lo que tengo prometido en el prólogo, te daré
ligera cuenta de cada una de las partes que componen el conjunto de este templo sagrado.
Fachada principal Esta fachada comunmente llamada de Santa María, a lo que parece por ser la principal
del templo dedicado a la Santísima Virgen, está
toda ella salpicada de elementos decorativos,
y en especial de estatuas, entre las que se encuentran a los lados de la puerta central las
de los Reyes D. Fernando III y D. Alfonso VI,
y las de los Obispos D. Mauricio y D. Asterio,
, - 10 -
En las puertas laterales campean sendos relieves de Juan de Poves, representando la Inmaculada Concepción y la Asunción de Nuestra
Señora.
Sobre la puerta central, y dicho sea de
paso, en nada conforme con el resto de la
fachada por causas bastante ajenas quizás ai
gusto de los arquitectos que la repararon, se
abre un magnífico rosetón artísticamente calado por el que entran a raudales los rayos de
luz, en el sagrado recinto, descompuestos por
el diverso colorido de los vidrios que lo cubren,
los cuales aunque producen buen efecto, desmerecen mucho de los primitivos. Encima de
este rosetón, ostentan sus primores dos anchos y rasgados ventanales en cuyos vanos
existen ocho estatuas de diversos personajes.
Terminando el cuerpo central y uniendo las
dos torres, hay una crestería cuyos calados forman una inscripción que dice: Palchra es ei
decora, y en medio, cubierta con magnífico doselete, está la imagen de María con su divino
Hijo en los brazos y con dos ángeles a los
lados. Las dos torres que constituyen los otros
dos cuerpos de la fachada, son de remate piramidal y de mucho artificio en cuyos antepechos delanteros se ven dos inscripciones, siendo la de la derecha Pax vobis y en cifra Sancía
María; la de la izquierda Ecce Agnus Dei, y
en cifra Jesús.
La fachada, con sus torres pertenece a la
primera época de la construcción de la iglesia, o sea al siglo XIII; y las dos agujas o
chapiteles fueron construidas en el siglo XV
por Juan de Colonia y a expensas de los Señores Obispos D. Alonso de Cartagena y de
su sucesor D. Luis de Acuña.
Puerta de la Coronería
Dando vuelta por la calle de Fernán González, se encuentra a la parte correspondiente al
Norte la puerta llamada de la Coronería, o
más ordinariamente «Puerta Alta», por hallarse a una altura bastante elevada sobre el pavimento de la Catedral. Pertenece esta puerta
al siglo XIII como en sus líneas y ornamentación se ve; de belleza suma por la multitud de estatuas delicadamente trabajadas. En
el centro del arco está Jesucristo sentado y
a su mano derecha la Santísima Virgen de
rodillas, con los brazos levantados y en actitud
de adoración; a la izquierda, San Juan en idéntica posición; a sus lados hay dos ángeles,
uno de los cuales lleva una lanza y el otro una
columna y una especie de disciplinas. Sobre la
cabeza del Salvador están unos ángeles con
instrumentos diversos en las manos. En las archivoltas centrales hay multitud de ángeles cubiertos con sus alas como significando su espiritualidad; en la de la esquina, así como en
la parte baja del arco, se ven diversas figuras que, según se cree, representan los distintos personajes de una comedia celebrada en honor de Santo Domingo de Guzmán y de
San Francisco de Asís, cuyas figuras aparecen
en medio del arco, bajo un doselete corrido.
Los lados de la portada están adornados por
las estatuas de los Apóstoles.
El segundo cuerpo de la fachada, está ocupado por un rasgado ventanal, y el tercero
rematado por adornos varios, diversas estatuas,
dos torrecillas y un antepecho.
Puerta de la Pellejería Inmediata a la anterior se encuentra, mirando al Este, la entrada llamada de la Pellejería, construida el año 1516 por Francisco
de Colonia y costeada por el señor Obispo don
Juan Rodríguez de Fonseca. Su estilo es del
renacimiento, llamado plateresco, trabajado con
suntuosidad y elegancia.
Consta de tres divisiones. En las laterales
se hallan colocadas las imágenes de tres apóstoles, a saber: San Juan Evangelista, Santiago y San Andrés, y la del precursor San Juan
Bautista. En el segundo cuerpo está, de bajo
relieve, el martirio de San Juan Evangelista,
metido en una caldera, a la cual rodean los
ministros que le atormentan. Más arriba, se
representa a un Santo Obispo arrodillado ante
la imagen de Nuestra Señora. Remata toda la
labor el escudo de armas del limo. Sr. Fonseca y el de la Santa Iglesia. Al lado opuesto de la puerta alta, o sea
hacia la parte Sur, se encuentra la fachada titulada «Sarmental» por el apellido de una antigua
familia, dueña de unas casas que existían en
aquel tiempo, inmediatas a la Catedral.
Es de fino gusto ojival y se distingue por
la profusión de sus adornos y la belleza de
sus imágenes, entre las cuales descuella la del
Obispo fundador, D. Mauricio, colocada en la
columna que divide el portal de ingreso. Divídese esta portada, como todas ellas, en tres
cuerpos. En el primero, o sea en el arco y
sus partes laterales, se, representa al Salvador
con los cuatro Evangelistas a los lados, escribiendo sobre atriles y acompañados de las figuras simbólicas que les caracterizan, a saber:
el águila, el Ángel, el león y el buey. En el
dintel del arco y bajo doselete corrido, están
los doce Apóstoles sentados, con sus libros en
las manos.
En las archivoltas se ven las figuras de
muchos ángeles y en los lados de la portada,
las estatuas de San Pedro, San Pablo, Moisés, Aarón, San Felipe y Santiago el Menor,
cada uno de ellos con los instrumentos propios de las funciones que ejercieron, o del martirio que padecieron, o sea, las llaves, la espada, las tablas de la ley, el incensario, etc.
En el segundo cuerpo extiende sus primorosos calados un hermoso rosetón, cubierto de
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vidrios del más exquisito gusto y de tan diversos colores pintados, que cuando el sol los
besa con sus rayos,, ofrecen un golpe de vista
tan brillante, grandioso y encantador, que al
más ignorante y de gusto más estragado, le
obliga a contemplar embelesado tanta variedad y riqueza de colorido, no pudiendo en su
imaginación así fascinada, encontrar cosa alguna con que compararla,
El tercer cuerpo lo forman tres ventanas
gemelas en cuyas columnas hay diversidad de
estatuas. El remate de ía fachada la terminan
muchas labores y adornos en cuyos extremos
se levantan airosas dos torrecillas.
El atrio de la puerta del Sarmental, está
formado por una escalinata que consta de tres
descansos y en el último, o sea en el inmediato a la fachada, se ve un sepulcro del sir
glo XiV , donde reposan los restos de D, Pedro de Diego Peñafiel, arcediano de Treviño en
la Iglesia de Burgos.
Interior del templo Al ingresar en el santuario y dirigir la vista por todos lados, contemplando su grandiosa majestad, parece que algo grande y desconocido nos domina; y para el artista, aquello
tiene la atracción de lo ideal, de lo sublime;
y en verdad, aquella cruz latina que constituye la forma principal del edificio, y que nos
prueba los sentimientos religiosos y artísticos de aquellos genios del arte; aquellas columnas que se elevan solas, como soberbio gibante, o en haz compacto para extenderse después a manera de ramas por las bóvedas;
aquellos arcos, cuyos nervios parecen brazos
que se unen como para pedir y adorar al Dios
de los cielos; aquellas grandes y elevadas ventanas, a través de cuyos cristales, pintados algunos, pasa una luz templada y majestuosa
que dá al recinto una religiosa gravedad; aquellos muros que escuchan silenciosos las alabanzas y cánticos, alegres los unos, tristes los
otros, que se elevan como nube de incienso al
Dios de las misericordias.
Después de repasar con rápida ojeada los
primores interiores del templo en general, y
siguiendo poco a poco, para darnos cuenta clara de cada cosa en particular, lo primero que
se nos presenta, según entramos por la puerta del Sarmental, son cuatro robustas columnas, de dimensiones tan excepcionales que, desde luego, nos parecerán desproporcionadas. Esa
es la primera impresión, muy justa por cierpero una vez que hayamos mirado su basamenta, iremos elevando paulatinamente los ojos
hasta encontrarnos con el remate de las columnas, formado por cuatro elegantes pechinas, debajo de las cuales hay otros tantos atlantes,
en actitud de sostener con sus robustos hombros, el primor de los primores, el único en
el mundo, el cimborrio, crucero o linterna, que
con todos estos nombres se le suele llamar.
Y aquí, sí que desaparece la primera impresión; aquí, sí que se eleva el ánimo, como
si en el centro de la maravillosa cúpula hubiera una fuerza misteriosa que atrae con la
misma facilidad que el imán al acero.
Consta cada columna de cuatro cuerpos. En
ci primero, que es ochavado, están representadas las cuatro virtudes cardinales-: «Prudencia,
etc....; la Religión, Castidad, Oración y Caridad; Moisés y otros profetas y patriarcas de
la antigua ley. Sobre las cornisas se ven garras de leones interpoladas con angelitos, los
cuales tienen en las manos canastillos con flores, los atributos de la pasión, etc.
En el segundo que es redondo y con estrías,
se hallan las armas del Excelentísimo Sr. Alvarez de Toledo y las de la Santa Iglesia.
En el teroero y cuarto, diversas estatuas que
representan a los Apóstoles, Evangelistas y
Doctores de la Iglesia y están colocadas en
otros tantos altares pequeños. Sobre los cuatro
arcos torales hay cuatro ángeles sosteniendo
otras tantas tarjetas; en el que corresponde a
la parte del altar mayor dice: Anno mundi
6.749, y en los que están a la parte del Evangelio y Epístola: Anno Domini 1.550. En los dos corredores interiores hay multitud de agujitas colocadas de trecho en trecho; por debajo del primero se hallan las armas del Emperado Carlos V, las del Excmo. Sr. Alvarez de
Toledo y las de la ciudad. Además hay imágenes de Santa Centola y Victoria y la Asunción
de Nuestra Señora. En los ocho ángulos, ocho
serafines de tamaño natural con banderas en
las manos, en las que se ven labradas de realce las armas de la Santa Iglesia. Alrededor eatá escrito el siguiente versículo: «In medio
templi tui landabo te, et gloriam tribuam nomini tuo, qui facis mirabilia». Por bajo del
segundo corredor, están las ocho ventanas con
exquisitas labores adornadas, entre las que se
encuentran unas cabezas, y en los ocho ángulos ocho grandes estatuas que representan a
Moisés, David, Daniel y otros profetas mayores y menores. Encima del segundo antepecho
se encuentran otras ocho ventanas muy parecidas a las anteriores. La bóveda está construida por un cruzamiento atrevido y elegante
de aristas cuyo conjunto forma una preciosísima estrella en cuya clave se ve un colgante
festón y en la pieza redonda o platillo la
siguiente inscripción: «Acabóse el año 1.567.
Opera Fabricae». Su altura es de 180 pies
desde el pavimento hasta el cerramiento de
la cúpula.
Esta obra maravillosa fué construida por los
maestros Juan de Vallejo, principalmente, y por
Juan Castañeda. En ella trabajó también el célebre maestro Felipe Bigarni, o de Borgoña, traído a España por el Emperador Carlos V.
«Dicen que al
terminar la obra en cuestión, el maestro Vallejo, queriendo apreciar por sí mismo el conjunto de su trabajo después de terminado, se
detuvo ante él, le observó atenta y fijamente
y quedó tan asombrado al ver la enormidad de
su construcción y calcular el peso del material
empleado y las gigantescas proporciones de la
obra, que fuera de sí y dominado por la fuerza
su imaginación extraviada en aquel momento,
dio una gran voz, diciendo: ¡Dios mío, esto
se me viene abajo! y loco se lanzó a correr
precipitadamente sin poder más tarde averiguar
su paradero.»
Algo exagerada nos parece la locura de aquel
insigne artista, pero no obstante ella nos refleja la verdad, y nos da la última frase que
envuelve cuantas puedan aducirse sobre esta
obra, orgullo del pueblo húrgales que posee
joya de tan incomparable valor.
Las dimensiones interiores del templo son:
ochenta y cinco metros de longitud hasta 1?
entrada de la Capilla del Condestable y hasta
el fin de esta, 108; de anchura, o sea desde
la Puerta Alta, hasta la Sarmental, sesenta y
un metros. La altura de la nave central es de 25 a 30 metros y la del Crucero 59. La anchura común es de 24.
Consta de tres naves paralelas y atravesadas
por otra con la que se forma la Cruz de que
antes hemos hecho mención. La nave central
tiene abiertos en sus muros, triforios y corredores, cuyos antepechos están calados por adornos muy lindos y variados, según la época
a que corresponden.
De la bóveda de la nave central, pende un
estandarte de forma cuadrada con fondo de
color obscuro con tres imágenes en el centro:
el Cristo, la Santísima Virgen y San Juan, las
cuales pertenecen al primitivo estandarte que el
Rey de Castilla, Alfonso VIII llevó a la célebre y memorable batalla de Las Navas de
Tolosa el año 1212.
En el frente de la nave o sea en el ábside,
se encuentra el altar mayor, al que se sube
por una grada semicircular verdaderamente regia, prescindiendo del efecto que produce con
el resto, hecha de mármol de Carrara (Italia),
por iniciativa del Cardenal D. Fernando de la
Puente el año 1861.
Altar mayor
El altar mayor es de madera de nogal, construido por Rodrigo y Martín de la Haya, el
año 1562. Fué pintado y estofado por los maestros Juan y Diego de Urbina (padre e hijo)
y por Gregorio Martínez el año 1593. Se compone de tres cuerpos: el primero de
orden dórico, jónico el segundo y corintio el
tercero.
Todo él está adornado por estatuas de tamaño natural y relieves de mucho arte.
En el cuerpo central y cubierto por un pabellón de elegante forma, adornado de ángeles en actitud de sostenerle y terminando su*
colgantes con borlas perfectamente acabadas,
se halla el Sagrario de preciosas formas y exquisita composición de adornos y figuras. También este consta de tres cuerpos, el primero
y el segundo tienen doce columnas aisladas y
en los intermedios diez pasajes del Antiguo y
Nuevo Testamento, todos de fino relieve; el
tercero le forma un templetito con una imagen de Jesucristo atado a la columna y en la
parte superior San Juan Bautista. Antes el dicho Sagrario se hallaba debajo del dosel, pero
recientemente y para poder pasar cómodamente
por detrás de él, ha sido aislado.
En el friso del altar están representados: la
conversión de Santa María Magdalena, el Rey
Asnero y la Reina Ester, el martirio de las once
mil vírgenes, el martirio de Santa Centola y
Elena, Holofernes, muerto por Judit, Santa Marta y Santa Magdalena delante de Jesús.
Debajo de estos relieves se leen cortos versículos de la Sagrada Escritura apropiados al
asunto de cada uno de ellos.
En el primer cuerpo principiando por el
lado del Evangelio, hay ocho columnas bellamente adornadas y en los nichos las imágenes
de San Bernabé, apóstol; la Presentación de
Nuestra Señora, San Pedro, San Pablo, la Purificación y San Felipe, apóstol.
En el segundo, las de San Bartolomé, apóstol; la Natividad de Nuestra Señora, San Juan
Evangelista, Santa María la Mayor, imagen de
una muy gruesa chapa de plata esmaltada, de
estilo gótico y de mucho carácter, donada a
la Catedral por el ilustrísimo Sr. Obispo Don
Luis de Acuña, en el siglo XV. La Visitación
de Nuestra Señora y Santiago el menor.
En el tercero hay estatuas de otros apóstoles, los Desposorios de S. Joaquín y la Asunción
de Nuestra Señora, gran escultura rodeada de
un grupo de primorosos ángeles a ella asidos.
En el coronamiento: Santa Isabel, el Evangelista San Mateo, la Coronación de la Virgen, San Juan Bautista y la Sagrada Familia,
San Lucas, San Miguel, el Ángel Custodio, San
Marcos, la Doloroso, imagen perfectísirna, el
Santo Crucifijo y San Juan.
El estofado y dorado de este altar, está
hecho con tal perfección, que da a la madera
una apariencia de bronce, honrando en gran
manera a los artistas que lo trabajaron, y constituyendo una obra admirable, por su riqueza
y armonía ornamental.
Al lado del Evangelio están los sepulcros
del Infante Don Juan, hijo de Don Alfonso X
el Sabio, el del Conde Sancho y el de su esposa D.» Beatriz. Los seis blandones o candeleros que están
en las gradas del presbiterio y la lámpara suspendida delante del altar, son de plata repujada con primorosas labores. Fueron hechos
por D. Manuel García Crespo, platero de Salamanca, y la lámpara por D. Juan Rodrigue de Castro, ambas con diseño presentado al Cabildo por el arquitecto Sr. Piedra el año 1756.
Enfrente del altar mayor se halla situado
el coro: trabajo suntuosísimo, donde se admira la imaginación fecunda del artista por
sus innumerables detalles, fantásticos los unos,
tomados otros del reino animal y vegetal, unidos todos con tanta gracia que verdaderamente
y con justo título es considerado como obra
preciosa de arte.
Los dos costados fueron construidos desde
el año 1507 al 1512 por Felipe Vigarni, el borgoñón. La testera pertenece al siglo XVI1 colocada a instancias del Obispo Sr. Zapata y costeada por el mismo. Quién sea el artista que lo
trabajó, no se sabe a ciencia cierta, aunque se
dice que por encargo del Cabildo dio su dictamen e hizo algunas advertencias el arquitecto y escultor Hernando de Morillas.
Se compone de 103 sillas repartidas entre
la parte alta y baja. La parte baja tiene 44,
y la alta 59. Están separadas unas y otras por
columnitas preciosas y cada respaldo tiene un pasaje de la Historia Sagrada; los asientos y
brazos están adornados por caprichosas y rarísimas figuras de boj embutidas en el nogal.
En la sillería baja están representados los misterios de la Virgen, escenas diversas de la vida
y martirio de muchos santos. En la alta, figura
la historia del Nuevo Testamento, comenzando
por la Anunciación de Nuestra Señora. La coronación, que forma una especie de dosel, está
plagada de labores, y en vez de separar columnitas los distintos medallones que se ven en
el frontis, lo hacen multitud de estatuas de pequeño tamaño. En estos medallones están representados los principales pasajes del Antiguo
Testamento.
En el respaldo de la tercera silla de la parte
izquierda se ve la figura de un Obispo montado sobre un diablo. En medio del coro se levanta el sepulcro del
esclarecido Obispo Fundador de la Catedral.
D. Mauricio Elvi de Toledo, cuya figura descansa sobre un plinto de madera de un metro apróximamente de alto.
La figura es de madera
revestida de cobre sobredorado, con esmaltes y
salpicada de piedras de diferentes tamaños, que
la incuria del tiempo, el descuido o rapacidad
Ha hecho desaparecer en gran parte.
Es la única figura de esta clase de trabajo
que existe en España y tanto por sus rasgos
escultóricos, como por su forma especial puede considerarse como trabajo italiano del siglo XIII.
En cuantas exposiciones ha figurado, ha sido siempre considerada como la gran joya y
el R. P. Fita, S. J., gran arqueólogo, al verla
en la exposición de arte retrospectivo de Madrid, celebrada el año 1892, con motivo de
la celebración del cuarto centenario del descubrimiento de las Américas por el insigne Cristóbal Colón, dijo que entre las múltiples antigüedades allí expuestas, admiraba con preferencia esta nuestra y la consideraba como
joya superior a todas las demás, por su especialidad en la clase de trabajo, por la riqueza
de que está adornada y el carácter excepcionalinente artístico de que está revestida.
Un poco más atrás y en frente de la silla
presidencial del Prelado se halla un facistol giratorio basado en un artístico pie de hierro,
formado por tres columnas cogidas por un frente con graciosos adornos: Se compone de dos
cuerpos: el primero sirve para colocar los libros cantorales y el segundo de peana a una
bella imagen de la Santísima Virgen, sostenida graciosamente por un grupo de ángeles;
su talla
es de madera pintada y estofada primorosamente, y se atribuye al afamado artista Sr. Ancheta
del siglo XVI.
La reja que cierra la entrada del Coro, es
de mucha elegancia y rica ornamentación. Fué
comenzada el año 1595, pero cuando estaba
ya hecho el segundo cuerpo el año }600, algunos entendidos en el asunto pusieron reparos,
por lo que hubo necesidad de hacer nuevo diseño, el cual se llevó a la práctica el año 1602.
La materia de que está hecha es de hierro y
sus adornos de cobre. El artista que la trabajó
fué Juan Bautista Celma, natural de Aragón.
Cubriendo los vanos de los arcos en cuyas
columnas se ven estatuas de distintos santos y
sobre un zócalo de jaspe traído de la cantera
de Espeja el año 1679, se hallan seis rejas, tres
a cada lado de la nave, construidas el año 1689
por Juan de Arríllaga halconero de Elgóibar,
bajo la dirección de los maestros Bernabé de
Azas y Francisco Pontón. Las coronaciones y
demás adornos fueron modelados por Domingo Güergo, Juan Herrero y Juan Arroyo.
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