jueves, 9 de noviembre de 2023

CATEDRAL DE BURGOS



Fundación 

Se debe la fundación de la actual Catedral al Soberano de Castilla Don Fernando III, por sobrenombre el Santo, a quien su acendrada piedad y generoso desprendimiento para las cosas grandes y elevadas, le hicieron ver la exigüidad de la antigua Catedral, por lo que se propuso, alentado por el esclarecido Obispo de Burgos, Don Mauricio, levantar otra más grande, más esbelta y más rica. En efecto, el día 20 de Julio del año 1221, colocaron con solemnidad extraordinaria la primera piedra del inmortal monumento. Las obras comenzaron, según sentencia probabilísima, cuando no cierta, bajo la dirección, primero, del maestro D. Enrique, al que sucedieron D. Juan Pérez y D. Pedro Sánchez, como consta por varios documentos que sería prolijo enumerar; y con tal actividad se trabajó, que nueve años más tarde, es decir el año 1230, pudo ya el Cabildo celebrar los divinos oficios. Prescindiendo por ahora de la fabricación de lo restante de la obra, la que indudablemen- te tardaría, según algunos, dos siglos y medio, añadiendo a estos los tiempos siguientes en que se la fueron adicionando las distintas Capillas. 

Exterior del templo 

Grande, en verdad, aparece separadamente y en conjunto, digno, en cuanto puede construir la débil mano del hombre, del Rey omnipotente para quien se levantó. Fuerte en su cimientos, preciosamente decorado en su parte media, esbelto, afiligranado y aéreo en sus pirámides, centinelas, como si dijéramos, avanzados del augusto templo, resistiendo impávidos todo temporal, levantando atrevidos sus crestas al cielo, con orgullo de españoles y castellanos, severos como los siglos que por ellos han pasado, alegres al mismo tiempo por sus calados enmarañados que nos permiten ver, como a través de un prisma, multitud de pedacitos del cielo azul de Castilla. Sus líneas góticas perfectamente estudiadas, su composición admirablemente ajustada, a pesar de la variedad de sus estilos, unidos con lazo de sublime y portentoso gusto de artista genial, y su circuito, regiamente adornado a trecho* por suntuosas portadas, extenso cual colosal anillo, cubierto de joyas de valor inapreciable a fuerza de golpes cincelado, primorosamente, exquisitamente trabajado.; y en medio de ese dos piedras preciosas, dos maravillas; el llamado Crucero, la una, y la Cúpula de la Capilla del Condestable, la otra; dos diademas soberanamente hermosas que la distinguen de las demás Catedrales españolas; dos coronas que los varios artistas pusieron, como declarándola reina del genio y del arte; dos ramilletes de flores que el amor a lo divino depositó para memoria eterna de las generaciones que frente a ellas pasan sin cesar, como frente a las rocas milenarias del Océano pasan las olas murmurando su grandeza. Imposible sería detallar minuciosamente la multitud de adornos y figuras que a cada momento saltan a la vista e impresionan el alma del iniciado, siquiera medianamente, en materia de escultura, pero como es preciso cumpla lo que tengo prometido en el prólogo, te daré ligera cuenta de cada una de las partes que componen el conjunto de este templo sagrado. 

Fachada principal 

Esta fachada comunmente llamada de Santa María, a lo que parece por ser la principal del templo dedicado a la Santísima Virgen, está toda ella salpicada de elementos decorativos, y en especial de estatuas, entre las que se encuentran a los lados de la puerta central las de los Reyes D. Fernando III y D. Alfonso VI, y las de los Obispos D. Mauricio y D. Asterio, , - 10 - En las puertas laterales campean sendos relieves de Juan de Poves, representando la Inmaculada Concepción y la Asunción de Nuestra Señora. Sobre la puerta central, y dicho sea de paso, en nada conforme con el resto de la fachada por causas bastante ajenas quizás ai gusto de los arquitectos que la repararon, se abre un magnífico rosetón artísticamente calado por el que entran a raudales los rayos de luz, en el sagrado recinto, descompuestos por el diverso colorido de los vidrios que lo cubren, los cuales aunque producen buen efecto, desmerecen mucho de los primitivos. Encima de este rosetón, ostentan sus primores dos anchos y rasgados ventanales en cuyos vanos existen ocho estatuas de diversos personajes. Terminando el cuerpo central y uniendo las dos torres, hay una crestería cuyos calados forman una inscripción que dice: Palchra es ei decora, y en medio, cubierta con magnífico doselete, está la imagen de María con su divino Hijo en los brazos y con dos ángeles a los lados. Las dos torres que constituyen los otros dos cuerpos de la fachada, son de remate piramidal y de mucho artificio en cuyos antepechos delanteros se ven dos inscripciones, siendo la de la derecha Pax vobis y en cifra Sancía María; la de la izquierda Ecce Agnus Dei, y en cifra Jesús. La fachada, con sus torres pertenece a la primera época de la construcción de la iglesia, o sea al siglo XIII; y las dos agujas o chapiteles fueron construidas en el siglo XV por Juan de Colonia y a expensas de los Señores Obispos D. Alonso de Cartagena y de su sucesor D. Luis de Acuña. 

Puerta de la Coronería 

Dando vuelta por la calle de Fernán González, se encuentra a la parte correspondiente al Norte la puerta llamada de la Coronería, o más ordinariamente «Puerta Alta», por hallarse a una altura bastante elevada sobre el pavimento de la Catedral. Pertenece esta puerta al siglo XIII como en sus líneas y ornamentación se ve; de belleza suma por la multitud de estatuas delicadamente trabajadas. En el centro del arco está Jesucristo sentado y a su mano derecha la Santísima Virgen de rodillas, con los brazos levantados y en actitud de adoración; a la izquierda, San Juan en idéntica posición; a sus lados hay dos ángeles, uno de los cuales lleva una lanza y el otro una columna y una especie de disciplinas. Sobre la cabeza del Salvador están unos ángeles con instrumentos diversos en las manos. En las archivoltas centrales hay multitud de ángeles cubiertos con sus alas como significando su espiritualidad; en la de la esquina, así como en la parte baja del arco, se ven diversas figuras que, según se cree, representan los distintos personajes de una comedia celebrada en honor de Santo Domingo de Guzmán y de San Francisco de Asís, cuyas figuras aparecen en medio del arco, bajo un doselete corrido. Los lados de la portada están adornados por las estatuas de los Apóstoles. El segundo cuerpo de la fachada, está ocupado por un rasgado ventanal, y el tercero rematado por adornos varios, diversas estatuas, dos torrecillas y un antepecho. 

Puerta de la Pellejería 

Inmediata a la anterior se encuentra, mirando al Este, la entrada llamada de la Pellejería, construida el año 1516 por Francisco de Colonia y costeada por el señor Obispo don Juan Rodríguez de Fonseca. Su estilo es del renacimiento, llamado plateresco, trabajado con suntuosidad y elegancia. Consta de tres divisiones. En las laterales se hallan colocadas las imágenes de tres apóstoles, a saber: San Juan Evangelista, Santiago y San Andrés, y la del precursor San Juan Bautista. En el segundo cuerpo está, de bajo relieve, el martirio de San Juan Evangelista, metido en una caldera, a la cual rodean los ministros que le atormentan. Más arriba, se representa a un Santo Obispo arrodillado ante la imagen de Nuestra Señora. Remata toda la labor el escudo de armas del limo. Sr. Fonseca y el de la Santa Iglesia. Al lado opuesto de la puerta alta, o sea hacia la parte Sur, se encuentra la fachada titulada «Sarmental» por el apellido de una antigua familia, dueña de unas casas que existían en aquel tiempo, inmediatas a la Catedral. Es de fino gusto ojival y se distingue por la profusión de sus adornos y la belleza de sus imágenes, entre las cuales descuella la del Obispo fundador, D. Mauricio, colocada en la columna que divide el portal de ingreso. Divídese esta portada, como todas ellas, en tres cuerpos. En el primero, o sea en el arco y sus partes laterales, se, representa al Salvador con los cuatro Evangelistas a los lados, escribiendo sobre atriles y acompañados de las figuras simbólicas que les caracterizan, a saber: el águila, el Ángel, el león y el buey. En el dintel del arco y bajo doselete corrido, están los doce Apóstoles sentados, con sus libros en las manos. En las archivoltas se ven las figuras de muchos ángeles y en los lados de la portada, las estatuas de San Pedro, San Pablo, Moisés, Aarón, San Felipe y Santiago el Menor, cada uno de ellos con los instrumentos propios de las funciones que ejercieron, o del martirio que padecieron, o sea, las llaves, la espada, las tablas de la ley, el incensario, etc. En el segundo cuerpo extiende sus primorosos calados un hermoso rosetón, cubierto de — 14 — vidrios del más exquisito gusto y de tan diversos colores pintados, que cuando el sol los besa con sus rayos,, ofrecen un golpe de vista tan brillante, grandioso y encantador, que al más ignorante y de gusto más estragado, le obliga a contemplar embelesado tanta variedad y riqueza de colorido, no pudiendo en su imaginación así fascinada, encontrar cosa alguna con que compararla, El tercer cuerpo lo forman tres ventanas gemelas en cuyas columnas hay diversidad de estatuas. El remate de ía fachada la terminan muchas labores y adornos en cuyos extremos se levantan airosas dos torrecillas. El atrio de la puerta del Sarmental, está formado por una escalinata que consta de tres descansos y en el último, o sea en el inmediato a la fachada, se ve un sepulcro del sir glo XiV , donde reposan los restos de D, Pedro de Diego Peñafiel, arcediano de Treviño en la Iglesia de Burgos. 

Interior del templo 

Al ingresar en el santuario y dirigir la vista por todos lados, contemplando su grandiosa majestad, parece que algo grande y desconocido nos domina; y para el artista, aquello tiene la atracción de lo ideal, de lo sublime; y en verdad, aquella cruz latina que constituye la forma principal del edificio, y que nos prueba los sentimientos religiosos y artísticos de aquellos genios del arte; aquellas columnas que se elevan solas, como soberbio gibante, o en haz compacto para extenderse después a manera de ramas por las bóvedas; aquellos arcos, cuyos nervios parecen brazos que se unen como para pedir y adorar al Dios de los cielos; aquellas grandes y elevadas ventanas, a través de cuyos cristales, pintados algunos, pasa una luz templada y majestuosa que dá al recinto una religiosa gravedad; aquellos muros que escuchan silenciosos las alabanzas y cánticos, alegres los unos, tristes los otros, que se elevan como nube de incienso al Dios de las misericordias.


Después de repasar con rápida ojeada los primores interiores del templo en general, y siguiendo poco a poco, para darnos cuenta clara de cada cosa en particular, lo primero que se nos presenta, según entramos por la puerta del Sarmental, son cuatro robustas columnas, de dimensiones tan excepcionales que, desde luego, nos parecerán desproporcionadas. Esa es la primera impresión, muy justa por cierpero una vez que hayamos mirado su basamenta, iremos elevando paulatinamente los ojos hasta encontrarnos con el remate de las columnas, formado por cuatro elegantes pechinas, debajo de las cuales hay otros tantos atlantes, en actitud de sostener con sus robustos hombros, el primor de los primores, el único en el mundo, el cimborrio, crucero o linterna, que con todos estos nombres se le suele llamar. 

Y aquí, sí que desaparece la primera impresión; aquí, sí que se eleva el ánimo, como si en el centro de la maravillosa cúpula hubiera una fuerza misteriosa que atrae con la misma facilidad que el imán al acero. Consta cada columna de cuatro cuerpos. En ci primero, que es ochavado, están representadas las cuatro virtudes cardinales-: «Prudencia, etc....; la Religión, Castidad, Oración y Caridad; Moisés y otros profetas y patriarcas de la antigua ley. Sobre las cornisas se ven garras de leones interpoladas con angelitos, los cuales tienen en las manos canastillos con flores, los atributos de la pasión, etc. En el segundo que es redondo y con estrías, se hallan las armas del Excelentísimo Sr. Alvarez de Toledo y las de la Santa Iglesia. En el teroero y cuarto, diversas estatuas que representan a los Apóstoles, Evangelistas y Doctores de la Iglesia y están colocadas en otros tantos altares pequeños. Sobre los cuatro arcos torales hay cuatro ángeles sosteniendo otras tantas tarjetas; en el que corresponde a la parte del altar mayor dice: Anno mundi 6.749, y en los que están a la parte del Evangelio y Epístola: Anno Domini 1.550. En los dos corredores interiores hay multitud de agujitas colocadas de trecho en trecho; por debajo del primero se hallan las armas del Emperado Carlos V, las del Excmo. Sr. Alvarez de Toledo y las de la ciudad. Además hay imágenes de Santa Centola y Victoria y la Asunción de Nuestra Señora. En los ocho ángulos, ocho serafines de tamaño natural con banderas en las manos, en las que se ven labradas de realce las armas de la Santa Iglesia. Alrededor eatá escrito el siguiente versículo: «In medio templi tui landabo te, et gloriam tribuam nomini tuo, qui facis mirabilia». Por bajo del segundo corredor, están las ocho ventanas con exquisitas labores adornadas, entre las que se encuentran unas cabezas, y en los ocho ángulos ocho grandes estatuas que representan a Moisés, David, Daniel y otros profetas mayores y menores. Encima del segundo antepecho se encuentran otras ocho ventanas muy parecidas a las anteriores. La bóveda está construida por un cruzamiento atrevido y elegante de aristas cuyo conjunto forma una preciosísima estrella en cuya clave se ve un colgante festón y en la pieza redonda o platillo la siguiente inscripción: «Acabóse el año 1.567. Opera Fabricae». Su altura es de 180 pies desde el pavimento hasta el cerramiento de la cúpula. Esta obra maravillosa fué construida por los maestros Juan de Vallejo, principalmente, y por Juan Castañeda. En ella trabajó también el célebre maestro Felipe Bigarni, o de Borgoña, traído a España por el Emperador Carlos V. 
«Dicen que al terminar la obra en cuestión, el maestro Vallejo, queriendo apreciar por sí mismo el conjunto de su trabajo después de terminado, se detuvo ante él, le observó atenta y fijamente y quedó tan asombrado al ver la enormidad de su construcción y calcular el peso del material empleado y las gigantescas proporciones de la obra, que fuera de sí y dominado por la fuerza su imaginación extraviada en aquel momento, dio una gran voz, diciendo: ¡Dios mío, esto se me viene abajo! y loco se lanzó a correr precipitadamente sin poder más tarde averiguar su paradero.» Algo exagerada nos parece la locura de aquel insigne artista, pero no obstante ella nos refleja la verdad, y nos da la última frase que envuelve cuantas puedan aducirse sobre esta obra, orgullo del pueblo húrgales que posee joya de tan incomparable valor. Las dimensiones interiores del templo son: ochenta y cinco metros de longitud hasta 1? entrada de la Capilla del Condestable y hasta el fin de esta, 108; de anchura, o sea desde la Puerta Alta, hasta la Sarmental, sesenta y un metros. La altura de la nave central es de 25 a 30 metros y la del Crucero 59. La anchura común es de 24. Consta de tres naves paralelas y atravesadas por otra con la que se forma la Cruz de que antes hemos hecho mención. La nave central tiene abiertos en sus muros, triforios y corredores, cuyos antepechos están calados por adornos muy lindos y variados, según la época a que corresponden. De la bóveda de la nave central, pende un estandarte de forma cuadrada con fondo de color obscuro con tres imágenes en el centro: el Cristo, la Santísima Virgen y San Juan, las cuales pertenecen al primitivo estandarte que el Rey de Castilla, Alfonso VIII llevó a la célebre y memorable batalla de Las Navas de Tolosa el año 1212. En el frente de la nave o sea en el ábside, se encuentra el altar mayor, al que se sube por una grada semicircular verdaderamente regia, prescindiendo del efecto que produce con el resto, hecha de mármol de Carrara (Italia), por iniciativa del Cardenal D. Fernando de la Puente el año 1861. 
 

Altar mayor
El altar mayor es de madera de nogal, construido por Rodrigo y Martín de la Haya, el año 1562. Fué pintado y estofado por los maestros Juan y Diego de Urbina (padre e hijo) y por Gregorio Martínez el año 1593. Se compone de tres cuerpos: el primero de orden dórico, jónico el segundo y corintio el tercero. Todo él está adornado por estatuas de tamaño natural y relieves de mucho arte. En el cuerpo central y cubierto por un pabellón de elegante forma, adornado de ángeles en actitud de sostenerle y terminando su* colgantes con borlas perfectamente acabadas, se halla el Sagrario de preciosas formas y exquisita composición de adornos y figuras. También este consta de tres cuerpos, el primero y el segundo tienen doce columnas aisladas y en los intermedios diez pasajes del Antiguo y Nuevo Testamento, todos de fino relieve; el tercero le forma un templetito con una imagen de Jesucristo atado a la columna y en la parte superior San Juan Bautista. Antes el dicho Sagrario se hallaba debajo del dosel, pero recientemente y para poder pasar cómodamente por detrás de él, ha sido aislado. En el friso del altar están representados: la conversión de Santa María Magdalena, el Rey Asnero y la Reina Ester, el martirio de las once mil vírgenes, el martirio de Santa Centola y Elena, Holofernes, muerto por Judit, Santa Marta y Santa Magdalena delante de Jesús. Debajo de estos relieves se leen cortos versículos de la Sagrada Escritura apropiados al asunto de cada uno de ellos. 

En el primer cuerpo principiando por el lado del Evangelio, hay ocho columnas bellamente adornadas y en los nichos las imágenes de San Bernabé, apóstol; la Presentación de Nuestra Señora, San Pedro, San Pablo, la Purificación y San Felipe, apóstol. En el segundo, las de San Bartolomé, apóstol; la Natividad de Nuestra Señora, San Juan Evangelista, Santa María la Mayor, imagen de una muy gruesa chapa de plata esmaltada, de estilo gótico y de mucho carácter, donada a la Catedral por el ilustrísimo Sr. Obispo Don Luis de Acuña, en el siglo XV. La Visitación de Nuestra Señora y Santiago el menor. En el tercero hay estatuas de otros apóstoles, los Desposorios de S. Joaquín y la Asunción de Nuestra Señora, gran escultura rodeada de un grupo de primorosos ángeles a ella asidos. En el coronamiento: Santa Isabel, el Evangelista San Mateo, la Coronación de la Virgen, San Juan Bautista y la Sagrada Familia, San Lucas, San Miguel, el Ángel Custodio, San Marcos, la Doloroso, imagen perfectísirna, el Santo Crucifijo y San Juan. El estofado y dorado de este altar, está hecho con tal perfección, que da a la madera una apariencia de bronce, honrando en gran manera a los artistas que lo trabajaron, y constituyendo una obra admirable, por su riqueza y armonía ornamental. Al lado del Evangelio están los sepulcros del Infante Don Juan, hijo de Don Alfonso X el Sabio, el del Conde Sancho y el de su esposa D.» Beatriz. Los seis blandones o candeleros que están en las gradas del presbiterio y la lámpara suspendida delante del altar, son de plata repujada con primorosas labores. Fueron hechos por D. Manuel García Crespo, platero de Salamanca, y la lámpara por D. Juan Rodrigue de Castro, ambas con diseño presentado al Cabildo por el arquitecto Sr. Piedra el año 1756. 
Coro 
Enfrente del altar mayor se halla situado el coro: trabajo suntuosísimo, donde se admira la imaginación fecunda del artista por sus innumerables detalles, fantásticos los unos, tomados otros del reino animal y vegetal, unidos todos con tanta gracia que verdaderamente y con justo título es considerado como obra preciosa de arte. Los dos costados fueron construidos desde el año 1507 al 1512 por Felipe Vigarni, el borgoñón. La testera pertenece al siglo XVI1 colocada a instancias del Obispo Sr. Zapata y costeada por el mismo. Quién sea el artista que lo trabajó, no se sabe a ciencia cierta, aunque se dice que por encargo del Cabildo dio su dictamen e hizo algunas advertencias el arquitecto y escultor Hernando de Morillas. Se compone de 103 sillas repartidas entre la parte alta y baja. La parte baja tiene 44, y la alta 59. Están separadas unas y otras por columnitas preciosas y cada respaldo tiene un pasaje de la Historia Sagrada; los asientos y brazos están adornados por caprichosas y rarísimas figuras de boj embutidas en el nogal. En la sillería baja están representados los misterios de la Virgen, escenas diversas de la vida y martirio de muchos santos. En la alta, figura la historia del Nuevo Testamento, comenzando por la Anunciación de Nuestra Señora. La coronación, que forma una especie de dosel, está plagada de labores, y en vez de separar columnitas los distintos medallones que se ven en el frontis, lo hacen multitud de estatuas de pequeño tamaño. En estos medallones están representados los principales pasajes del Antiguo Testamento. En el respaldo de la tercera silla de la parte izquierda se ve la figura de un Obispo montado sobre un diablo. En medio del coro se levanta el sepulcro del esclarecido Obispo Fundador de la Catedral. D. Mauricio Elvi de Toledo, cuya figura descansa sobre un plinto de madera de un metro apróximamente de alto. 

La figura es de madera revestida de cobre sobredorado, con esmaltes y salpicada de piedras de diferentes tamaños, que la incuria del tiempo, el descuido o rapacidad Ha hecho desaparecer en gran parte. Es la única figura de esta clase de trabajo que existe en España y tanto por sus rasgos escultóricos, como por su forma especial puede considerarse como trabajo italiano del siglo XIII. En cuantas exposiciones ha figurado, ha sido siempre considerada como la gran joya y el R. P. Fita, S. J., gran arqueólogo, al verla en la exposición de arte retrospectivo de Madrid, celebrada el año 1892, con motivo de la celebración del cuarto centenario del descubrimiento de las Américas por el insigne Cristóbal Colón, dijo que entre las múltiples antigüedades allí expuestas, admiraba con preferencia esta nuestra y la consideraba como joya superior a todas las demás, por su especialidad en la clase de trabajo, por la riqueza de que está adornada y el carácter excepcionalinente artístico de que está revestida. Un poco más atrás y en frente de la silla presidencial del Prelado se halla un facistol giratorio basado en un artístico pie de hierro, formado por tres columnas cogidas por un frente con graciosos adornos: Se compone de dos cuerpos: el primero sirve para colocar los libros cantorales y el segundo de peana a una bella imagen de la Santísima Virgen, sostenida graciosamente por un grupo de ángeles; 


su talla es de madera pintada y estofada primorosamente, y se atribuye al afamado artista Sr. Ancheta del siglo XVI. La reja que cierra la entrada del Coro, es de mucha elegancia y rica ornamentación. Fué comenzada el año 1595, pero cuando estaba ya hecho el segundo cuerpo el año }600, algunos entendidos en el asunto pusieron reparos, por lo que hubo necesidad de hacer nuevo diseño, el cual se llevó a la práctica el año 1602. La materia de que está hecha es de hierro y sus adornos de cobre. El artista que la trabajó fué Juan Bautista Celma, natural de Aragón. Cubriendo los vanos de los arcos en cuyas columnas se ven estatuas de distintos santos y sobre un zócalo de jaspe traído de la cantera de Espeja el año 1679, se hallan seis rejas, tres a cada lado de la nave, construidas el año 1689 por Juan de Arríllaga halconero de Elgóibar, bajo la dirección de los maestros Bernabé de Azas y Francisco Pontón. Las coronaciones y demás adornos fueron modelados por Domingo Güergo, Juan Herrero y Juan Arroyo. 

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