El Pazo de Lóngora es un pazo situado en el lugar de Lóngora, de la parroquia de Liáns del ayuntamiento de Oleiros.
Este pazo fue la residencia veraniega del matrimonio compuesto por el músico y compositor Marcial del Adalid y la escritora Francisca González Garrido (más conocida como Fanny Garrido).
Desde el 25 de agosto de 1997 el pazo de Lóngora acoge el Instituto Universitario de Medio Ambiente de la Universidad de la Coruña.
La historia del pazo de Lóngora se remonta a finales del siglo XVIII, cuando el adinerado comerciante de origen riojano, Marcial Francisco del Adalid, mandó levantar en la parroquia de Santa Eulalia de Liáns un pazo para convertirlo en su segunda residencia, pasando a ser ocupado con posterioridad por sus hijos. Pero, sin duda, el inquilino más ilustre de la familia fue su nieto Marcial del Adalid.
El pazo de Lóngora fue «entre la segunda mitad del siglo XIX y los primeros años del siglo XX, el centro de la vida musical y literaria de La Coruña, emulando en lo literario con las Torres de Meirás, donde Emilia Pardo Bazán discutía con intelectuales cuestiones de las letras (pero también de la política) y, en lo musical, con las tertulias de Canuto Berea en la trastienda de su establecimiento de instrumentos de la calle Real".
La heredera de Marcial del Adalid y Fanny Garrido fue su única hija, María de los Dolores del Adalid y González Garrido, quien, sin descendencia, donó la biblioteca de sus padres a la Real Academia Gallega; las restantes propiedades fueron legadas a la congregación religiosa de los Salesianos, que dedicaron la finca a la explotación agrícola, dejando arruinar el edificio del pazo.
En 1958, tras veintiséis años, los salesianos abandonaron el pazo dejándolo en un estado ruinoso, donde poco quedaba de lo que en otra hora fueran la capilla, la biblioteca, la campana y el molino público, al que acudían a moler los vecinos del lugar. La casa siguió un proceso de deterioro con la presencia de los nuevos propietarios, los hermanos Prieto Barrios, que casi no realizaron reforma alguna. Sería en el año 1962, de la mano de un empresario y comerciante coruñés natural de la localidad puentecesana de Corme, cuando Lóngora vuelve a recuperar parte del esplendor y la riqueza característicos de sus inicios. Aurelio Ruenes Blanco, concejal coruñés y promotor del polígono de Pocomaco, le devolvió el encanto señorial con la realización de numerosas obras de restauración, sobre todo en el tejado, el crucero, las murallas y los jardines. Pero después de su fallecimiento y del de su mujer, el pazo caería en el olvido, hasta que el consistorio oleirense comenzó los trámites para su conservación como elemento patrimonial y de uso público.
En la década de 1980, la familia Mateo de Arenaza vendió la propiedad a unos empresarios de Lugo que, en el año 1989, deciden formalizar un convenio urbanístico con el concejo de Oleiros mediante el que el consistorio pasó a adquirir la titularidad de la zona noble de la finca (casa, caballerizas y jardines), procediendo a su recuperación. El año 1994 el gobierno local adquirió, mediante un convenio urbanístico, un terreno limítrofe al parque de la Iglesia de Santa Eulalia de Liáns, la huerta amurallada y la Casa de Lóngora, con el ánimo de preservar el patrimonio municipal destinándolo a fines educativos y culturales. Importantes obras de rehabilitación, mediante las que se pretendió una armonía de los espacios respetuosa con la elegancia del edificio y la belleza de sus jardines dieron paso a un uso municipal y público de gran transcendencia social: el centro de día de atención a la tercera edad. El consistorio acometió diversas obras en su interior para una mejor adaptación a las nuevas necesidades, con la finalidad de convertirlo en residencia permanente para los mayores. El centro fue gestionado directa e íntegramente por el ayuntamiento de Oleiros hasta el año 2006, en que lo puso a disposición de la Junta de Galicia para su gestión y financiación.
El siguiente paso en la historia de Lóngora se produjo cuando el ayuntamiento de Oleiros, titular de la propiedad, ofreció el uso de la finca y la casa a la Universidad de la Coruña para que instase allí el Instituto Universitario de Medio Ambiente, con la condición de dedicarlo a dicha actividad durante un plazo mínimo de 30 años y con el compromiso firme de asumir la restauración del edificio y de la zona amurallada, respetando los valores de la antigua edificación
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