El alcázar de Alcalá de Guadaíra se alza sobre un cerro a orillas del río Guadaíra, al oeste de la localidad de Alcalá de Guadaíra, en el centro de la provincia de Sevilla, al lado de la capital provincial.
Las excavaciones realizadas en los enormes terrenos de Gandul están sacando a la luz importantes yacimientos correspondientes a asentamientos humanos que podrían pertenecer al periodo Calcolítico.
Con la llegada primero de los griegos, que la denominaron Hienipo, y luego de los romanos, que la llamaban Ordo Hienípensis, se empieza a tener referencias más claras sobre este asentamiento. Pero no cabe duda que fue en el periodo musulmán cuando Alcalá adquirió un gran desarrollo e importancia estratégica. La cultura árabe era por aquella época muy superior a la castellana en arte, filosofía, ciencia y sobre todo en el modo de vida.
De época musulmana quedan los dos elementos más importantes de Alcalá, como son la muralla urbana y su castillo o alcázar (construido por los almohades sobre otra obra árabe anterior), pieza clave para la conquista de Sevilla, y sus molinos de harina situados en la ribera del río, que proporcionan a la ciudad, además de una floreciente industria panadera, de la que hoy vive orgullosa, una fisonomía peculiar. Las aguas de esta zona eran conducidas desde épocas musulmanas hasta Sevilla y su acueducto partía del manantial de Santa Lucía.
Durante el avance del ejército castellano hacia Sevilla en la primavera de 1247 y tras saquear a conciencia todo el Alcor, se avistó la formidable fortaleza de Yabir, que era el nombre que recibía. Pero antes de plantearse siquiera como acometer su asedio, una embajada de la ciudad se presentó en el real castellano para entregarla de forma voluntaria. Pero no al monarca castellano, sino al emir de Granada, al-Ahmar, el primero de la dinastía nazarí que gobernó Granada hasta su ocupación por los Reyes Católicos. Al-Ahmar había rendido pleito de homenaje a Fernando III y, a cambio de una sustanciosa alfarda de 150.000 maravedíes anuales, se convirtió en vasallo suyo. De hecho, acompañó con una mesnada de 500 hombres al rey de Castilla durante el cerco a Sevilla.
Los árabes de Alcalá, no queriendo entregar la ciudad sin más al enemigo, entregaron las llaves de la misma al emir granadino el cual, como vasallo del castellano, en el mismo acto cedió la plaza a Fernando III.
En el escudo de Castilla que se contempla sobre la puerta en recodo del patio de los Silos vemos que el blasón está flanqueado por dos llaves que hoy día figuran en el escudo municipal, concedidas por Fernando III como símbolo de que la fortaleza era la llave del Valle del Guadalquivir.
Después de la reconquista, Fernando III el Santo mandó reparar sus muros y fosos.
En el siglo XV y como consecuencia de los disturbios que tuvieron lugar durante el reinado de Enrique IV entre los Guzmán y los Ponce de León, el marqués de Cádiz de apoderó de la alcazaba y construyó el pequeño alcázar ubicado en la zona oeste del recinto, dotado de un muro de tapial con troneras de cruz y orbe y defendido por un foso y acceso mediante un puente levadizo. Así mismo, se observan en dicho recinto los restos de dos grandes aljibes al nivel del suelo, por lo que sus bóvedas formarían una azotea a la altura de la entrada de la albarrana reconvertida en torre del homenaje. Varias cortaban el paso del adarve para, en caso de un asalto, impedir a los atacantes invadir el resto de la fortaleza. Igualmente, todo el recinto contaba con un antemuro y dos corachas que bajaban hasta el río para controlarlo. Finalmente, añadir que en el extremo oeste, donde se ubica el pequeño alcázar antes mencionado, había una poterna disimulada en una falsa torre y que daba a la liza. Junto a una de las corachas había otra poterna aprovechando un desdoblamiento de la muralla.
Con el tiempo pasó a ser de la Corona que la convirtió en cárcel real. En el siglo XVI decayó su influencia, y hasta la guerra de la Independencia, no recobró su función militar.
Debido a su proximidad con Sevilla, esta fortaleza se convirtió en el principal punto defensivo de la zona.
Jurídicamente, el Castillo de Alcalá dependía desde finales del siglo XIII del Concejo (antiguo Ayuntamiento) de Sevilla, situación que se mantuvo hasta el año 2007, en que la titularidad de la fortaleza pasó al Ayuntamiento de Alcalá de Guadaíra. Esta singularidad jurídica afecta a numerosos castillos del antiguo Reino de Sevilla, dependientes del concejo de la ciudad desde la Edad Media. En el caso de Alcalá, ello se tradujo en el nombramiento por parte del concejo sevillano de los sucesivos alcaides que rigieron la fortaleza, salvo en aquellos momentos de crisis institucionales o intervención directa de la Corona.El alcázar acogió a ilustres personalidades, como los Reyes Católicos y Carlos V, y ha servido de prisión para importantes personajes, como don Diego García de Padilla (Maestre de Calatrava), don Juan Cardellas (arzobispo de Braga y partidario del conde Trastámara), y Don Pedro Girón (duque de Osuna).
El nombre árabe de esa fortaleza era Yabir. La transcripción del árabe de su topónimo actual sería al-Q`lat wadi al-Ira, de traducción Castillo del Río del Abasto.
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