Al exterior destacan las embocaduras de dos hileras de aspilleras para fusiles, situadas en los dos pisos superiores, más las troneras que se abren en el cuerpo de remate. Asimismo, la puerta, abierta en alto, en la última planta, a la que se accedía mediante una escalera provisional que salvaba toda la estructura del foso. También destaca la articulación de las fachadas mediante sendas bandas de sillares en los puntos de separación de los pisos, con una cierta voluntad estética.
En el interior ha desaparecido toda la estructura de madera que configuraba los pisos, aunque aún son visibles los huecos en los muros donde se insertaban las vigas. Actualmente en este espacio solo son visibles los muy numerosos huecos con gran derrame interno de aspilleras y troneras, cuatro por cada lienzo de muro.
Originalmente, la planta baja estaba destinada a almacén. La primera planta tenía la función de albergar la guardia. En la azotea se disponía el aparato de telegrafía óptica para la transmisión de los mensajes.
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