viernes, 20 de octubre de 2023

Monasterio de Poblet (Tarragona) Cataluña - España

El monasterio de Poblet, protegido por su triple recinto, “es el conjunto mayor y mejor conservado de entre las abadías cistercienses de toda la cristiandad que han llegado hasta nosotros. Preside el valle de Poblet, del que el escritor Josep Pla destacó el silencio: 
El silencio de Poblet es obra de Dios y, por esta razón, sus efectos son eficientes y grandísimos”. 
La iglesia comenzó a construirse en 1166, cuenta con un claustro adyacente también románico y tres más de estilo gótico, ejes que articulan las dependencias de los monjes (el lavabo cisterciense, el refectorio, la cocina y el calefactorio, la bodega, la sala capitular, la biblioteca, el dormitorio).


 Bajo la protección de reyes y nobles, el monasterio de Poblet se convierte en centro neurálgico de la Cataluña medieval. Panteón real durante la edad media, el conjunto se ha convertido en un símbolo histórico y cultural donde vuelven a vivir los monjes cistercienses.

La construcción del monasterio comenzó en el siglo XII y se aprecian estilos arquitectónicos variados como el románico, el gótico, el renacentista y el barroco. Sin embargo, el conjunto goza de una armonía absoluta tanto entre sus elementos arquitectónicos (que contienen todo el esplendor riguroso de la orden del Cister) como en la relación con el entorno de las montañas de Prades.


Algunos de los elementos más destacados del monasterio son la iglesia, que sigue el estilo de los templos cistercienses y donde hay que admirar el retablo del altar mayor, un conjunto renacentista de alabastro blanco de Damià Forment; la bella capilla gótica de San Jorge, edificada en la época de Alfons el Magnánimo (s. XV), y la puerta real, una grandiosa construcción gótica flanqueada por dos torres octogonales.
Fue el rey Pere IV el Ceremonioso (1319-1387) quien vinculó el monasterio con la Corona de Aragón haciendo construir el panteón real, que hasta entonces había estado en Santes Creus. Fijaron su sepultura en el panteón de Poblet Alfons I, Jaume I el Conquistador, Pere III y muchos de sus sucesores. En las obras de los sepulcros, hechas de alabastro blanco, trabajaron algunos de los mejores escultores del momento.

Los abades de Poblet llegaron a abarcar un poder jurisdiccional inmenso que no solo se extendía sobre sus monasterios y posesiones sino que además eran vicarios generales del Císter en los reinos de Aragón y Navarra. En las Cortes de Cataluña tenían un lugar destacado y hasta llegaron a obtener el cargo de diputado de la Generalidad. El rey Pedro IV el Ceremonioso otorgó a los abades (o en su ausencia a los monjes delegados) el privilegiado cargo de limosnero real en la Corte. Ejercían el alto honor de acompañar al rey en sus empresas y en sus batallas de conquista, siendo con frecuencia sus consejeros o sus embajadores. Pedro II otorgó el título de Notario real al monje con cargo de archivero. Tanto el abad como los monjes estaban exentos de juramento en los pleitos y juicios ya que se suponía que su palabra valía más que un juramento. Esta concesión fue una gracia que recibieron de Alfonso II. Un mandato de Jaime I de 1222 decía que en cada una de las propiedades del monasterio de Poblet se tenía derecho a enarbolar la insignia real en señal de estar bajo la protección del rey.

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