La antigua ciudad de Calatrava, conocida desde el siglo XIII como Calatrava la Vieja, se encuentra en el municipio español de Carrión de Calatrava, en la provincia de Ciudad Real.
Durante la Alta Edad Media, fue la única ciudad importante de al-Ándalus en el valle medio del río Guadiana. Su destacada posición, en la margen izquierda de este, la hacían paso obligado en el camino de Córdoba a Toledo y en las comunicaciones entre el Levante y el Poniente peninsular.
De fundación omeya (fines siglo VIII), durante cuatro siglos formó parte de al-Andalus. A mediados del siglo XII, tras pasar a Castilla, fue una de las primeras posesiones de la Orden del Temple en este reino. Después del abandono templario del lugar, la ciudad fue el origen y primera sede (1158) de la Orden de Calatrava, la más antigua orden militar peninsular.
Calatrava la Vieja se sitúa en un enclave de extraordinaria importancia estratégica, en la península fluvial configurada en la confluencia del río Guadiana y el arroyo de Valdecañas, y en lo alto de un cerro amesetado desde donde se controla el cruce del río. Por este paso transitaba el camino de Córdoba a Toledo, a cuyo control debía la ciudad gran parte de su importancia.
Se trataba de una posición fácilmente defendible junto al río Guadiana y en una zona lagunar (al oeste del parque nacional de las Tablas de Daimiel).
Maqueta de Qal'at Rabah, con las dos corachas, la de la medina y la del alcázar, para llevar el agua del río
Calatrava ocupa un cerro amesetado de planta ovoide, con 5 ha de extensión, en la margen izquierda del río Guadiana. Desde él se tiene un amplio dominio visual del entorno, pero no aporta capacidades defensivas destacables. La única defensa natural sólida la proporciona el propio río, cuyo cauce, antaño muy ancho y pantanoso, protegía el frente norte de la ciudad; en el resto de la plaza, la accesibilidad del cerro fue paliada mediante sólidas murallas (1500 m de longitud) que se adaptan al contorno de este.
Una gran parte de la muralla —casi toda de época omeya— aún se halla cubierta por escombros. Está jalonada por, al menos, 44 torres de flanqueo, de las cuales dos son albarranas. Con excepción de las dos torres situadas en el extremo oriental del alcázar, de planta pentagonal en proa, todas las demás son de planta cuadrangular, huecas y macizas. En el frente sur de la ciudad, donde se abre la puerta de entrada en recodo, las torres son de mayor tamaño, más abundantes, algunas de ellas huecas, y aparecen más espaciadas, mientras que las del espolón oeste —mejor defendido por el escarpe del terreno— son siempre macizas, más pequeñas, y se encuentran más próximas entre sí. Las que dan al río son casi todas huecas.
Salvo por su frente norte, protegido por el río y en donde se sitúan las corachas de abastecimiento de agua, el resto del recinto se encuentra rodeado por un foso seco que convertía a la ciudad en una verdadera isla. Dicho foso está en su mayor parte excavado en la propia roca del cerro, y cuenta con más de 750 m de recorrido y una profundidad media de 10 m. En frente de la puerta principal del lado sur, se aprecian los restos de un puente que salvaba el foso.
El cerro está dividido en dos zonas, separadas entre sí por una muralla de grandes proporciones: el alcázar, al este, y la medina, que ocupa el resto de la superficie. Al exterior de la muralla se extendían los arrabales.
El alcázar
Calatrava la Vieja. Restos del ábside templario y de la iglesia de la Orden de Calatrava.
Se localiza en el extremo oriental de la ciudad, al comienzo del foso. De planta triangular, cuenta con una extensión de 1 ha. En torno a él se concentran los elementos defensivos más destacados de la plaza, no sólo porque estaba destinado a albergar los centros de poder, sino también porque las defensas naturales de este sector del cerro eran de escasa entidad. En sus defensas y estructuras internas se diferencian varias etapas:
1-Anteriores al año 853: los restos del antiguo muro de cierre occidental, formado por la propia puerta, todavía oculta, y por diversas torres incluidas en él, de muy diversa construcción: adobe, ladrillo, tapiales de tierra y mampostería, etc.
2-Las pertenecientes a la reconstrucción de Muhammad I (post. 854) responden a un plan unitario promovido, como en otras partes de la ciudad, por el poder central cordobés con un claro propósito de manifestar su supremacía en la región. Destacan las grandes torres de entrada —que forran a las primitivas—, el gran arco triunfal que antecede a la antigua puerta, y los paramentos oeste y sureste. A esta etapa se atribuye también la construcción de la torre albarrana primitiva y las torres pentagonales en proa, que, junto con la coracha vecina, formaban parte de un sistema defensivo hidráulico.
3-Las islámicas de cronología imprecisa: el aljibe exento, por delante de la puerta, y la gran sala con varios arcos de herradura de gran tamaño, que se corresponde con un gran salón de audiencias ligado a una alberca y a un jardín: todo ello con un alto valor simbólico, que relaciona el ejercicio del poder del gobernante que lo construyó con el dominio del agua, y que lo enlaza con primitivos ceremoniales omeyas de Oriente.
4-El inconcluso ábside templario (1147–1158), de planta dodecágona, que es uno de los pocos testimonios constructivos de la Orden del Temple en Castilla.
5-Sobre restos más antiguos, la iglesia y las dependencias adjuntas de la Encomienda de Calatrava (siglos xiii y xiv) ocupan la mayor parte del área del alcázar. En esos dos siglos se realizaron continuas obras, reformas y reaprovechamientos de los espacios. Destacan los restos de una herrería y las dependencias abovedadas junto a la iglesia.
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