La ermita se levantó en estilo románico tardío, del que se conserva el total de la cabecera y parte del muro meridional, pero probablemente quedó inconclusa, y hubo de cerrase en el siglo XVII con una techumbre de madera a una sola agua hacia el oeste. La ermita fue restaurada en el siglo XIX, pero volvió a hundirse posteriormente. Por fortuna fue restaurada definitivamente a finales del siglo pasado (1989) por la Consejería de Fomento de la Junta de Castilla y León, en un acertado proyecto dirigido por el arquitecto Ángel Egido Martín.
En la restauración, entre otros arreglos, se desenterró parte del ábside y se reconstruyó la nave imitando la fábrica de sillería, dejando un aspecto coherente con la construcción original.
Esta construcción conserva un elegante ábside. Tiene cuatro columnas entregas que dividen verticalmente el ábside en cinco paños, los tres centrales más anchos que los contiguos al presbiterio. Los capiteles de estas columnas presentan dos grandes hojas que semejan helechos superados por ramificaciones en espiral (en uno de ellos se incluyó el cuerpo de una persona de cintura para arriba).
Estas tres calles centrales tienen sendos ventanales muy parecidos entre sí. Cuenta cada uno con una aspillera rodeada por una estructura constituida por una arquivolta de aristas vivas sobre una pareja de columnas con capiteles también vegetales similares a los de las columnas entregas. Sobre la arquivolta hay una elegante chambrana ajedrezada.
Estos ventanales están construidos con sillares de piedra caliza compacta que se integran con el resto de sillería de piedra toba mayoritaria en la construcción.
La corona de canecillos es de proa de nave, lo que unido a la simplicidad de las tallas vegetales nos habla de una construcción tardía y rural que, aún perteneciente al taller de Fuentidueña, comienza a asumir la sobriedad cisterciense influida por el cercano monasterio de Santa María de Sacramenia.
En el presbiterio hay arcuaciones ciegas sobre columnas. Una imposta ajedrezada recorre el hemiciclo al nivel de alféizar de las ventanas y otra lisa que es extensión de los ábacos de las columnas hasta el arco triunfal.
Todo este sistema de arcos sobre columnas con divisiones horizontales por impostas confiere un juego de volúmenes extraordinariamente armonioso, a la vez que una gran abundancia escultórica por el elevado número de capiteles.
Las tallas fueron realizadas por artistas de muy diferente cualificación. Vuelve a aparecer la típica pareja de aves del Taller de Fuentidueña en que los animales pican sus propias patas, además de grifos, dragones, un león mordiendo la cabeza de un hombre en extraño escorzo, un obispo entre grandes hojas y un monótono repertorio de hojas vegetales similares a helechos idénticos a los de los capiteles exteriores y los citados de San Miguel de Sacramenia.
Sin embargo, la belleza de esta iglesia hay que buscarla principalmente en su monumentalidad y belleza paisajística, más que en la escultórica.
https://www.arteguias.com/ermita/sanvicentefuentesoto.htm
No hay comentarios:
Publicar un comentario